Ofrecemos este mes el testimonio sobrecogedor de Pedro Manuel, alguien que ha vuelto de los infiernos para contarnos su experiencia horrenda y dar Gloria a Dios que lo sacó de allí. Por ser muy largo su testimonio lo publicaremos en varios días.
Saludos, hermanos en Cristo.
Que la fuerza del Espíritu Santo repose en sus corazones, anhelando el amor eterno de nuestro padre celestial. Que la Paz sea con vosotros.
Mi nombre es Pedro Manuel. Nací en 1986 en Republica Dominicana, Santo Domingo. Hijo de Pedro Manuel y de Damaris Pérez (madre biológica); nieto de Dora (madre de crianza) quien se ha encargado de mi cuidado durante mi infancia y adolescencia.
Desde muy pequeño, la suerte no me tocó al no conocer verdaderamente mi madre y mis hermanos. Sin conciencia desarrollada y en plena inocencia de mi infancia, nunca reconocí el extraño abandono de mi madre pero en el fondo de mi corazón la perdono pues reconozco que no sabia lo que hacia. A pesar de no conocer el verdadero amor de mi madre y hermanos, crecí en un ambiente muy recto, donde se me golpeaba mucho, no me mostraban afecto maternal ni paternal como era debido. Como niño los años pasaban y como todo buen niñito cometí travesuras, disfruté la edad de oro de la infancia, hasta los comienzos de mi vida educativa.
El primer día de escuela fue normal, me tomé tiempo para adaptarme, conocí amigos, cometí travesuras, disfrute de una pre-adolescencia muy sana. Conocí un poco de Cristo pero siendo pequeño y con la conciencia dormida era muy distraído, y estaba siempre absorto en mi gran mundo de juegos y alegrías en vez de tomarme más tiempo para Dios y Cristo.
Ya saliendo de mi pre-adolescencia y entrando a la adolescencia-pubertad, todo normal, llegué a cometer travesuras de adolescentes y hacer cosas de adolescentes. Entrando a mis estudios secundarios conocí amigos, pero algo me sucedió en esta etapa de mi vida; me fui olvidando de Cristo y de Dios. Estaba sumergido en problemas familiares y más preocupado en buscar mi independencia que de tomar los caminos de Cristo. En mi búsqueda de independencia, durante mi adolescencia, cometí pecados como la ira, la lujuria, la gula, la herejía, la incredulidad. El engaño, el desprecio y la envidia a los demás se apoderaron de mí. Eso me fue empeorando como persona y alejándome de todos mis compañeros en la educación secundaria.
Continuara...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios son bienvenidos, este es un espacio de escucha y oración.