martes, 31 de octubre de 2017

Oración matutina




¡Oh Dios mío!, a ti te invoco al comienzo del día.
Ayúdame a orar y a concentrar mis pensamientos en Ti;
no lo logro por mí mismo.

Reina en mí la oscuridad, pero en Ti está la luz;
estoy solo, pero Tú no me abandonas;
estoy desalentado, pero en Ti está la ayuda;
estoy intranquilo, pero en Ti está la paz;
la amargura me domina, pero en Ti está la paciencia:
no comprendo tus caminos,
pero tú conoces [el] camino recto para mí.

Padre que estás en los cielos,
Te alabo y Te doy gracias por el descanso de la noche,
Te alabo y Te doy gracias por el nuevo día,
Te alabo y Te doy gracias por toda tu bondad y fidelidad
durante mi vida pasada.

Tú me has dado muchas pruebas de bondad,
permite que ahora acepte también de tu mano lo penoso.
Tú no cargarás sobre mí más de lo que yo pueda soportar.
Tú haces que todas las cosas sean para bien de tus hijos.

***

Señor mío Jesucristo,
Tú fuiste pobre y desvalido, cautivo y abandonado como yo.
Tú conoces todas las penalidades de los hombres,
Tú sigues estando a mi lado cuando nadie me apoya,
Tú no me olvidas sino que me buscas,
Tú quieres que yo Te conozca y me convierta a Ti.
¡Señor, escucho tu llamamiento y te sigo! ¡Ayúdame!

***

Espíritu Santo,
concédeme la fe
que me salve de la desesperación y del vicio.
Concédeme el amor a Dios y a los hombres;
un amor que extinga todo odio y amargura.
Concédeme la esperanza
que me libere del temor y del desaliento.
Enséñame a amar a Jesucristo y a cumplir su voluntad.

***

¡Oh Dios Trino y Uno!,
Creador y Salvador mío,
a Ti te pertenece este día, mi tiempo se halla en tus manos.
¡Dios santo y misericordioso,
Creador y Salvador mío,
mi Juez y mi Redentor!
Tú me conoces y conoces todos mis caminos y acciones.
Tú aborreces y castigas el mal en este mundo y en el futuro,
sin hacer acepción de personas.
Tú perdonas los pecados
a quien te lo pide de corazón,
y Tú amas el bien y lo recompensas
en esta vida con el consuelo de una buena conciencia
y en el mundo futuro con la corona de la justicia.
En presencia tuya me acuerdo de todos los míos,
de mis compañeros de cautiverio y de todos
los que en esta casa realizan un servicio penoso.

¡Señor, compadécete de mí!
¡Devuélveme la libertad y haz que viva ahora
de manera responsable ante [Ti] y ante los hombres!

¡Señor, cualquier cosa que este día me traiga,
sea Tu Nombre alabado!

Poema de Dietrich Bonhoeffer, escrito en el cautiverio

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