sábado, 29 de mayo de 2010

Elías deseó morir y Job no haber nacido



1 Reyes 19,4
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Yavé, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

Job 3,11-13
¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?
¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase?
Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría. Dormiría, y entonces tendría descanso.


Desde luego la situación de Elías y de Job era diferente. El primero acababa de asistir, como protagonista principal, a la demostración de que Yavé era Dios y Baal un simple ídolo ciego, sordo y mudo. Job acababa de perderlo todo. El profeta quería morirse y el justo no haber nacido. En cualquier caso, a diferencia de Jonás, que quería morirse porque el bien y la misericordia había triunfado sobre el pecado y la destrucción (Jon 4,8), no parece que ninguno de los dos se hubiera ganado a pulso el llegar a una situación desesperada, pero ante ella se encontraban y reaccionaron como tantos otros lo han hecho.

Aunque no sabemos cómo acabó Jonás, sí conocemos cuál fue el destino de Judas Iscariote. El mismo que el del rey Saúl y su escudero (1ª Sam 31,4-5), Sansón (Jueces 16,30), Ajitofel (2 Sam 17,23) y Racías (2 Macabeos 14, 42-46). Es decir, ante una situación desesperada, esa "inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida" de la que habla el catecismo, no es lo suficientemente fuerte como para evitar que se desee la muerte y se pongan los medios para obtenerla. El propio catecismo, aun advirtiendo de la gravedad del suicidio, reconoce que los "trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida".

Quien piense que el hecho de ser cristiano ya es garantía absoluta contra el suicidio, está equivocado. Se puede ser cristiano y vivir en tal estado de desesperación, que una crisis lleve a perder la cabeza. Aunque no es lo mismo desear morir que matarse, lo primero es siempre el primer paso hacia lo segundo.

Yo soy de la opinión de que la medicación es necesaria en caso de depresión, pero de poco vale cuando las circunstancias personales que rodean el enfermo son las mismas o empeoran. Es decir, por poner un ejemplo de alguien a quien conozco, no hay pastilla que cambie el hecho de vivir con un cónyuge alcohólico, estar sin trabajo y sin perspectivas de conseguirlo y levantarse cada día con la duda de si mañana habrá dinero para comprar comida, o de si el infierno de odio y rencor, gritos, insultos y faltas de respeto continuas entre una madre y su hijo acabará prendiendo fuego definitivamente el hogar familiar, llevándose por delante a niños inocentes. Ante casos así, y más si la persona se siente culpable o responsable de casi todo, toda la medicación del mundo no puede lograr apenas nada, pero mejor medicarse que no hacerlo. La fe es el mejor antídoto pero, como hemos visto, incluso hombres de fe probada llegan a tal estado en que preferirían que todo acabara en este valle de lágrimas.


Por lo general, cuando se llega a esa situación, la soledad es fiel compañera, sobrevenida o buscada, ya sea porque no se encuentra hombro sobre el que llorar, ya sea porque no se quiere echar la carga propia sobre otros. Craso error. Tanto si eres creyente como si no, lo peor que puedes hacer cuando estás en el valle de sombra mortal, es recorrerlo en soledad. Si no crees, no tendrás asidero alguno. Y si eres cristiano, has de saber que la forma en que Dios te quiere ayudar puede ser a través de un hermano en la fe.


Recuerda que la oración es tu principal aliada. Como dice el Salmo: "De lo profundo a ti clamo. Señor, oye mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica". Dios siempre escucha, siempre busca el bien de tu alma. Y si eres paciente, verás como del mal saca un bien para tu vida: Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Rom 8,26-29

Luis Fernando Pérez Bustamante

http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/elias_deseo_morir_y_job_no_haber_nacido

jueves, 27 de mayo de 2010

Instantes




Sí pudiera vivir nuevamente mi vida …..
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida, claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos, no te pierdas el Ahora.
Yo era de esos que no iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas, si pudiera volver a vivir viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principio de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.

Jorge Luis Borges

miércoles, 26 de mayo de 2010

Sáname de esta depresión


Oh, mi Señor y mi Dios, te suplico desde el fondo de mi corazón, sáname de esta depresión, que es el resultado de heridas recibidas en mi niñez, o de alguna calamidad o tribulación actual.

Mi Señor, envía tu luz a mi mente para que yo pueda salir de este túnel oscuro donde ahora me encuentro, donde mis únicos compañeros son el miedo y la paranoia.

Libérame, mi Dios, de estos pensamientos compulsivos, de los deseos de quitarme la vida. Libérame de las imágenes de terror que invaden mi mente a todo momento, dejándome en un estado de desolación, en que aumentan cada día la tristeza y el deseo de aislarme de todos los seres humanos.

Señor, dame tu paz y muéstrame el camino que debo seguir para que mis nuevos compañeros sean la felicidad y la calma.

Te suplico con todo mi corazón por todas las personas que están sumidas en la depresión como yo lo estoy. Dales la gracia de pedir socorro, ya sea en la forma de ayuda profesional, espiritual, o una mano abierta y generosa de algún amigo que los pueda conducir fuera de esta oscuridad.

Te doy gracias, Señor de misericordia, por escuchar el lamento de este tu hijo, que desea vivir en tu alegría y ser testigo fiel de que cuando se te pide con confianza, tú das en abundancia.

Mi Dios, se mi Roca y mi Fortaleza, y yo te prometo que compartiré con otros la paz, el amor y la abundancia que tu me das. Amen.

Suicide Prevention Video

sábado, 22 de mayo de 2010

Pentecostés





Pentecostés:
Descenso del Espíritu Santo,
es la Fiesta de la Santísima Trinidad



Por Diego Flamini



¡Rey Celestial, Consolador,* Espíritu de la Verdad,* que estás en todo lugar y todo
lo llenas.* Tesoro de Bienes y Dador de Vida,* ven y habita en nosotros,
* y purifica, Oh Bueno, nuestras almas!



Esta gran solemnidad de la Iglesia tiene un inmenso significado para los cristianos: de acuerdo a lo que relatan las Sagradas Escrituras, con el descenso del Espíritu Santo - Dios - nace la Iglesia, Cuerpo de Cristo, construida sobre la Roca que es Cristo, y edificada por el Espíritu Santo. Ahora bien, para los cristianos, celebrar los misterios de Dios, no significa sólo recordarlos, o meditar en ellos, lo cual es bueno, sino que por medio de la Liturgia, esos misterios se hacen presentes ante nosotros, renovando para nuestro beneficio la presentación, la aparición de lo que se celebra delante de los que asistimos con el corazón arrepentido, gozoso, y con fe.

En nuestra tradición bizantina, cuando celebramos el descenso del Espíritu Santo, vemos revelada a la Trinidad Santa por completo: Cristo, Nuestro Dios, nos había prometido que enviaría a otro Abogado delante del Padre. El Espíritu Bueno y Dador de Vida es, al decir de los Santos Padres, el Alma de la Iglesia, Cuerpo de Cristo; es el Alma de nuestra alma y Dador generosísimo de todo lo que poseemos.

Vemos al ícono de la Santísima Trinidad, que recoge el relato del libro del Génesis, sobre la visita de los Tres Enviados que se presentaron ante Abraham y Sara, que sentados a la Mesa, comparten un cordero como alimento…Miramos otra vez, y comprendemos la invitación, ya no de Abraham y Sara, sino de los Tres que dialogan suavemente entre sí:

“Ved a los hombres – dice el Padre- hambrientos y sedientos de Nuestro Amor Verdadero”

“Padre, déjame ir a buscarlos – dice el Hijo, sentado en medio de los Dos – yo los llamaré vestido como ellos, y no tendrán miedo. Los rescataré con mi brazo fuerte. Mi regazo está lleno de tu Amor: los lavaré y los presentaré ante ti. No me apena alejarme de este Banquete, Oh Luz sin principio ni fin, porque Tú estás en Mí: volveré y beberé la Copa contigo”

“Déjame ir a Mí – dice el Espíritu – seré todo en todos, para que te confiesen en unidad. Gemiré desde ellos hacia Ti, y así serán según nuestro Amor, consustancial e indivisible. ¡Sea ésta la fuerza de los hombres bienaventurados!”

“Bien, salid, Amados de mi Amor, sea vuestra Voluntad, que es la Mía”

El Hijo, sin alejarse del Padre, viene a nosotros y nos dice:

“Yo soy la Palabra del Padre, el Verbo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero: me ves en el centro porque soy Aquel en cuyas manos todo fue puesto. Estoy a la mesa como el que sirve, y lo que te ofrezco es mi Cuerpo y mi Sangre, mi corazón crucificado y resucitado ¿quieres comer de este manjar? Lava tus manos de sus malas obras, vístete de fiesta y de nuestra Gracia, para que no te avergüences al sentarte con nosotros, y que no acabes fuera del Banquete… Apresúrate, no tardes, que la Cena está servida: descálzate de tus pasos errados y ponte las sandalias del perdón, para que tu senda hasta la Mesa se aligere a cada paso; Ilumina tus pasos con la lámpara del Temor divino, así tendrás esperanza aún cuando pudieres tropezar. Ya mismo levántate, ponte la Túnica de la humildad, para que ninguna espina te enzarce en el recorrido”.

“¿Ves a mi Padre?¿Lo conoces? Mi Rostro está vuelto hacia Él sin cesar, y no puedo ni quiero dejar de contemplarlo. Yo soy todo lo que es Él, soy la Palabra salida de Él, que es la Boca, y vuelta hacia Él como Alabanza eterna…para esto he bajado hasta ti, para que vengas Conmigo hasta Él, lo mires sin cesar y encuentres en sus ojos Casa y Alimento, Lumbre y Vestido”.

“¿Ves al Espíritu Santo? Él también salió del Padre, es el Aliento, y todo lo que es mío, también es del Espíritu, Dios verdadero. Todo lo que Él toca, cobra Vida: deja que entre hasta la médula de tus huesos, y serás una nueva creatura, por nuestra triple Bondad: Cree en nosotros, y abre de par en par tus puertas. ¡corre hacia mis brazos, pequeño, imagen mía, y gózate en nuestra mutua semejanza eterna!”

¡Oh Tres que sois Uno, entrad a mi pobre morada desprovista de bienes y dadme la Vida!

¡Oh Uno que eres Tres, apiádate de mí, sálvame y llévame al Banquete de tu Luz!


Publicado por Monasterio de la Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo en 13:14

martes, 18 de mayo de 2010

viernes, 7 de mayo de 2010

Maggy, "el ángel de Burundi", estuvo a punto de suicidarse




Le llaman “el ángel de Burundi”, aunque el día en que su vida dio un cambiocompleto –el 24 de octubre de 1993- Marguerite Barankitze (conocida en su país como “Maggy”) pensó en suicidarse. Maggy de etnia tutsi, trabajaba de secretaria en el obispado de Ruyigi y había escondido a algo más de cien hutus que escapaban de las matanzas que asolaban esta pequeña nación de África Central. Ese día llegaron las milicias tutsis y, tras maltratarla y acusarla de traidora la ataron a una silla y le obligaron a contemplar la peor visión de su vida. “Mataron a 72 personas delante de mí”, recuerda con emoción. “Cuando terminó aquella masacre mi oración se convirtió en protesta y pregunté a Dios si realmente Él es amor”.

Maggy recibió el pasado 31 de enero el Premio a la Fraternidad que la revista Mundo Negro, editada por los misioneros combonianos, entrega todos los años. Su testimonio conmovió a las más de 120 personas que la escucharon. Sin embargo, recalcó que no venía a contar “las miserias de África.” “Dejad de llorar por los africanos, nosotros tenemos que dejar de ser víctimas eternas.”

Su vida es un vivo retrato de esta negativa a resignarse ante la crueldad y la injusticia. Recuerda Maggy cómo al día siguiente de aquella terrible masacre, tras enterrar a los muertos, recordó las últimas palabras de una de las mujeres antes de perecer bajo el machete: “Maggy, cuida de nuestros hijos”. Aquello le salvó del suicidio. Sin dinero y sin un lugar a dónde ir, recogió a siete traumatizados niños que habían sobrevivido a la matanza y buscó un techo para ellos; primero, con un cooperante alemán y más tarde con el obispo de su diócesis. Eran tan pobres que, según recordó, tuvieron que ir a las oficinas de una ONG para recoger los cartones de las cajas de embalaje de sus ordenadores, que les sirvieron de camas para los niños. Se corrió la voz, y cientos de huérfanos niños –hutus y tutsis- siguieron llegando a ella en busca de protección mientras la guerra se recrudecía en Burundi. “A los cuatro años tenía a 4.000 niños a mi cuidado, y a los 10 años una multitud enorme. Durante este tiempo más de 30.000 niños han pasado por nuestra obra”.

Con un tesón inimaginable, Maggy fundó en Ruyigi la casa Shalom (http://www.maisonshalom.net/) y la “ciudad de los ángeles” –que cuenta incluso con cine, piscina, talleres y una biblioteca para los niños-, instituciones que hoy se han extendido a otras ciudades de Burundi, y que tiene también sucursales en Ruanda y Goma (República Democrática del Congo). Los niños no viven en un orfanato como tal, sino en pequeños asentamientos de varias casas tuteladas que al cabo de un tiempo pasan a tener en propiedad. Algunos de ellos han llegado a estudiar medicina y enfermería y ya tienen trabajo en el nuevo hospital que su institución acaba de construir en Ruyigi. El centro sanitario lleva el nombre de “Rema”, palabra que en lengua kirundi significa “ánimo”. “Lo que siempre me ha sorprendido –subraya Maggy- es que yo nunca he acudido a ninguna organización con un proyecto a buscar dinero, sino que todo el mundo ha acudido a nuestro centro a ofrecer ayuda. Los políticos no están contentos conmigo, porque no entienden por qué yo recibo dinero del exterior y ellos no”.

Esta extraodinaria labor no ha estado exenta de mil dificultades. Tras otra masacre de civiles en 1996, cuando enterró a 55 de ellos estaba tan traumatizada que perdió el habla durante un mes y tuvo que recluirse un tiempo en un convento de monjas carmelitas para recuperarse. Originaria de una rica e influyente familia de la élite tutsi en su país, para sus parientes se convirtió en un paria. No sólo por ayudar a la etnia enemiga, los hutu, sino también por no querer casarse, algo impensable en la cultura burundesa. “La última vez que se enfadaron conmigo fue cuando me puse a construir el hospital en un terreno que era de mi padre sin pedirles permiso”, recuerda.

Con una risa franca y contagiosa, confiesa sin complejos: "Yo he robado muchas veces para ayudar a mis niños, espero que San Pedro me deje pasar al cielo cuando yo muera”. Recuerda cómo durante sus primeros años como madre de sus cientos de niños huérfanos, acudía muy de mañana a misa con una gran bolsa llena de biberones vacíos. Cuando el obispo y sus ayudantes terminaban el desayuno, Maggy entraba sigilosamente en el comedor y se llevaba la leche que había sobrado. “Nunca se dieron cuenta –dice- lo cual quiere decir que seguramente no les hacía falta”. En otra ocasión, se llevó la tela de refuerzo de las cortinas del obispado para hacer camisas y pantalones para sus huérfanos. “Pero al cabo de unos meses me invitaron a traer a mis niños para cantar y bailar en una fiesta de la diócesis. Yo no me dí cuenta y me presenté allí con ellos vestidos con la tela que había robado. Las monjas me echaron una buena bronca”. Termina Maggy contando sus dotes de Robin Hood africana diciendo: “incluso cuando voy a visitar a mis primos, sus mujeres esconden su vestuario por si acaso”.

Durante la misa de acción de gracias por su obra social, celebrada en la capilla de los Misioneros Combonianos en Madrid el 1 de febrero, que estuvo animada por un coro de inmigrantes africanos, Maggy dejó un triple mensaje: “A los misioneros os digo gracias por haber dejado vuestra vida para ayudarnos a los africanos, a los europeos os pido que no perdáis vuestras raíces cristianas que son vuestra identidad cultural, y a mis hermanos africanos os pido que volváis. África os necesita”.


http://www.combonianos.com/MNDigital/index.php?option=com_content&task=view&id=1985&Itemid=113

martes, 4 de mayo de 2010

En Paz



En paz

Artifex vitae, artifex sui

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo

domingo, 2 de mayo de 2010

Oración de sanación de recuerdos






Oración de curación interior para que el Señor sane el corazón por heridas en nuestro pasado.


Como todos estamos enfermos por heridas en nuestro pasado, a continuación hacemos una oración de curación interior para que el Señor sane el corazón de los que reconozcan necesitarlo.

Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por amor nos diste a Jesús.


Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos que él es la luz, la verdad y el buen pastor, que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.

Hoy, Padre, quiero presentarte a este hijo(a). Tú lo(a) conoces por su nombre. Te lo(a) presento, Señor, para que Tú pongas tus ojos de Padre amoroso en su vida.

Tú conoces su corazón y conoces las heridas de su historia.

Tú conoces todo lo que él ha querido hacer y no ha hecho.

Conoces también lo que hizo o le hicieron lastimándolo.

Tú conoces sus limitaciones, errores y su pecado.

Conoces los traumas y complejos de su vida.


Hoy, Padre, te pedimos que por el amor que le tienes a tu Hijo, Jesucristo, derrames tu Santo Espíritu sobre este hermano(a) para que el calor de tu amor sanador, penetre en lo más íntimo de su corazón.

Tú que Sanas los corazones destrozados y vendas las heridas, sana a este hermano, Padre.

Entra en ese corazón, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: "paz a vosotros". Entra en este corazón y dale tu paz. Llénalo de amor.

Sabemos que el amor echa fuera el temor.

Pasa por su vida y sana su corazón.


Sabemos, Señor, que Tú lo haces siempre que te lo pedimos, y te lo estamos pidiendo con María, nuestra madre, la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino y Tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.

Cambia su corazón y dale un corazón generoso, un corazón afable, un corazón bondadoso, dale un corazón nuevo.


Haz brotar, Señor, en este hermano(a) los frutos de tu presencia. Dale el fruto de tu Espíritu que es el amor, la paz y la alegría. Haz que venga sobre él el Espíritu de las bienaventuranzas, para que él pueda saborear y buscar a Dios cada día viviendo sin complejos ni traumas junto a su esposo(a), junto a su familia, junto a sus hermanos.


Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en su vida.

Te damos gracias de todo corazón porque Tú nos sanas, porque tu nos liberas, porque Tú rompes las cadenas y nos das la libertad.

Gracias, Señor, porque somos templos de tu Espíritu y ese templo no se puede destruir porque es la Casa de Dios. Te damos gracias, Señor, por la fe. Gracias por el amor que has puesto en nuestros corazones.


¡Qué grande eres Señor!